10.11.06

Manzana Podrida

Jimbo dijo “Maldición,
de todas las veces
que acabamos con Charly allá en Vietnam
no he conseguido ni un maldito souvenir”.
Los que llegamos realmente a conocerlo,
Podemos afirmar
Que nunca fue un buen tipo
Jimbo tijeras.
Era de esos que se acodan solos
En los bares de mala muerte
Y murmuran para si mismos
Palabras como bisturís cargados de locura.
Jimbo usaba las palabras que se usan
para nombrar actos inconcebibles.
Jimbo tijeras.
Tenía un perro negro
Con el rabo cortado a navaja,
Lo molió a patadas una noche,
Y el pobre infeliz
Le lamió dulcemente las botas
Con el último aliento de su vida.
Jimbo tenía pesadillas
Y dormía en lugares extraños
Donde los insectos caminaban por su cuerpo.
Jimbo tijeras Jimbo peste hijo de una gran puta y el Verbo matar.
Un coro de ángeles cantando en el recuerdo
y tres botellas de whisky barato
Nunca fueron suficiente
Para paliar las noches solitarias.
Las noches con las tripas colgando dando a luz a bestias
Los monstruos fetales trepando a la ventana,
El largo grito de la lluvia de fuego
La ingrávida larva cerebral de la culpa.
Se sentía como una puta muerta en un baldío
Jimbo tijeras Jimbo imperceptible
filo de ala de mariposa
Línea de uña de satán.
Los que llegamos realmente a conocerlo
Podemos afirmar
Que jamás veía nada bello en nada ni en nadie.
Era como un fantasma atravesando las paredes
De viejos hoteles polvorientos.
Se llevó su browning a la sien
Y se voló la tapa de los sesos.
Su muerte fue un golpe duro para algunos de nosotros
Los pocos que llegamos realmente a conocerlo.

Babear ahorcado con los pies a dos metros de la tierra

Hubo un juicio justo, creo
Y mucha gente pendiente
De su voz cansada
De las palabras huecas
Que no dirigió a nadie en particular
Y de su negación a llorar
En el momento en que se suponía
debía haberlo hecho.
Ni siquiera le sudaron las manos,
Y no tembló en absoluto
Cuando te miró a los ojos
Y se confesó culpable.

No fue humillado,
Ni difamaron su nombre,
le fue permitido sentirse digno
Todos fueron muy amables en realidad
Aunque nadie lo miró a los ojos,
Ni una sola vez.

Se la pasó dando gracias
Por los cigarrillos,
La comida caliente,
Las cartas incomprensibles,
Las lágrimas ausentes,
La consideración,
Y una larga serie de etcéteras.
Algo que no se ve muy a menudo.

Alguien lo visitó mientras dormía
En su última noche,
No supo quien fue,
Un ramo de lilas a los pies de su cama
Como si importase algo
Lo que pudo significar
Un ramo de lilas
A los pies de tu cama
Mientras dormías.
Eso quedó atrás,
Se esfumó como un perfume.

En la tarde del jueves
El ridículo artilugio de la muerte
Como un pájaro rígido y seco
espera en el patio.
Y los rostros hambrientos
se amontonan a su alrededor,
observando.

Más tarde el prisionero es conducido
Con las manos atadas
Silencioso y cargado de dignidad.

En el preciso instante
El nudo tenso
Las miradas fijas
El aliento del verdugo.
El tipo traga saliva por última vez
Siente el sol como un milagro.
Y piensa con mayúsculas
“MIERDA”.

No ve pasar su vida en un segundo
Como dicen en los cuentos
ni un vértigo de plumas,
Pero si latidos desbocados
mientras patalea entre espasmos
hasta que se muere.
Y después nada.

Y ahora esto
fuera del trance,
Teclear frente a un monitor
Como si se me fuera la vida.

La canción de los puentes y el rocío

Juntaba cáscaras de lápiz mientras tu cuerpo descansaba en la noche eterna
Después cuando soñaba, las veredas del mundo eran largos toboganes
Y nosotros sus pasajeros celestes dispuestos a cruzarnos.
Los mansas edificaciones de la lluvia, los contornos y los besos
Eran la misma puerta apuntando al infinito.
Nunca pude dibujarte eras también como el agua entre dos naves
Donde ceremoniosamente mi esperanza
Soplaba tu nombre de pájaro y piedra
Con la cadencia del único hechizo aprendido del silencio.

En ese entonces el presente era solo sombra colgando entre faroles
Oscilaba la luz entre los días que contaba, los inmensos desiertos de la fiebre
Que contaba para verte.

Alguna vez pude apenas pronunciar ciertas palabras,
Pero estaba proscrito de la magia necesaria.
Yo vivía las urdimbres de quien no alcanza el desahogo
En un pueblo sumergido paso a paso por fantasmas.
Y mientras tanto el Dios de los destinos
Recitaba nuestra suerte con las manos calcinadas.