8.1.07

La aboliciòn de los idiotas

Hace rato
rompì los ojos de mi madre,
fue mi duro corazòn como una piedra en sus cristales.

Con el tiempo
agotè la savia de mis sueños,
fueron siglos de silencio combatiendo su esperanza.

No recuerdo
haberle dicho nunca una palabra,
estaba el cielo ceniciento y la tristeza de testigos.

No lo siento
ahora que ya es parte de la nada,
observo sin un gesto la losa erosionada.